domingo, 1 de septiembre de 2019

El derrotero de Nicola Sabroso Palomino


A Nicola lo conocí como espectador en un recital. Luego, supe que era escritor, militante político y activista por los derechos de los afroperuanos. Aunque no suelo tener en cuenta marcas de la vida personal cuando se trata de reseñar una obra, bien pueden ser éstas un merecido capricho al tratarse de uno de los pocos autores que conozco más allá de las letras y el cyberespacio.

¿Cuántas personas habitan en un individuo? Acaso una sola con facetas disímiles que se superponen una a la otra dependiendo de la urgencia con se ven sacudidas por estímulos internos y externos. La cantidad de personas que somos depende, además, de la percepción que seres extraños perciban de nosotros. Aquí yace, queridos y escasos lectores de poesía peruana, un misterio de la lírica. Se me ocurre que los misterios literarios bien podrían equipararse a aquellos dogmas de la tradición judeocristiana: los clérigos hacen bien en advertirnos que no tratemos de entenderlos, y menos aun de forma racional. Si bien el argumento oficial es el falaz pecado, la evidencia del pragmatismo ha demostrado que abstraerse en dogmas artísticos resulta ser máz falaz aun.

¿Todos estos habitantes de nuestra individualidad gozan de la inherente libertad que damos por sentada como especie dominante del planeta? ¿o es que acaso nuestro libre Dr. Jekyll y el esclavo Mr. Hyde que nos mira al espejo por las noches gozan de grados tan disímiles de libertad que son incapaces de compartir un mismo mensaje? Aquí yace uno de los mayores encantos de la poesía: la consecuencia natural de aquellos misterios que no hace falta resolver.

Nicola Javier Sabroso Palomino.

I

nunca he sido libre
i como jamás aprendí a bailar me
he contentado con soltar alaridos
bramidos rugidos solo captables con SONAR
i luchar porque estos extiendan sus
alas entre las nubes
contaminadas de Lima
---nunca he sido l i b r e
i por eso
me lancé
a la mar
navegante de versos

yo nunca he sido libre
porque navego huyendo
del sol son de cera
pues
las alas de mi barco
de papel
i huyen
despavoridas
de la
caliente lengua
de la
L I B E R T A D

González Prada y Heraud estarían aquí orgullosos de esta conjugación que Nicola ha sabido utilizar de manera subconsciente, pero poderosa e impecablemente escrita, alimentándose de los viejos maestros para plasmar su desarrollo como poeta, lo cual es consecuencia de otro fenómeno recurrente en la poesía: aquello que me agrada llamar el "input contrario". Los autores solemos cargar con un conglomerado de influencias, algunas de los cuales se elevan en los picos de evidentes apus, mientras que otras apenas emergen en la punta de un iceberg (si parpadeamos al leer, no las veremos). Solo cuando nuestros ídolos se topan con una personalidad propia- una que establece fronteras claras entre el panteón literario y la propia escritura creativa- podemos hablar de una voz auténtica. Nicola Sabroso no es Javier Heraud y tampoco es Magda Portal, sino que ha sabido jugar con el canon a manera del buen discípulo que, llegado el momento, "mata" a sus padres literarios para abandonar el hogar y lanzarse a vivir de su propio discurso en el desierto.


Venus y Tannhäuser, por Laurence Koe.
Aún con el sabor a poesía amorosa que abre el poemario, Nicola nos recibe en esta carrera de postas unipersonal donde versos como los siguientes nos introducen a la siguiente faceta:

soi triste grulla
muda ególatra
siempre l i b r e
a la izquierda
de la realidad
que es donde el pueblo
aprende sobre el amor

sujeto a las barandas de la lluvia recuerdo
que son ya unas DIEZ i OCHO sonrisas solitarias
en que nuestras lenguas ofidias
bailan juntas al ritmo del djembe

Enamorado al darnos la bienvenida, el autor se muestra ahora tan político como identificado con sus ancestros. Ya que tocamos el tema de las consecuencias, existe una que viene del pensar en la persona que amamos (y la forma en que amamos). En algun punto de la divagación romántica aparece la resaca de la autocontemplación, generalmente precedida por el autoanálisis adolescente, la autocrítica, las interrogantes y el peculiar ego del artista. Libre como un ave, aunque a la vez callado, Nicola se identifica como hombre de izquierda y lo dice con la suave claridad de quien lejos de imponernos un manifiesto, continúa armándonos el rompecabezas de su primer autorretrato. Añora, tal como extrañamos a los tatarabuelos que jamás conocimos, las tierras tan lejanas por la geografía como ajenas por el poder imbatible del tiempo y la influencia de otras culturas. Y es que resulta inevitable estar armado de un entramado de sangres cuando se nace en el Perú. Las piezas se van juntando y ya dibujan las facciones que esperamos recordar con admiración al terminar un libro. Este test de emociones y paciencia se encuentra, sin embargo, a medio camino. La poesía ya ha demostrado cargar con bellos acordes y el contenido nos ha revelado la letra ¿qué más nos espera en el resto del disco?


William Kentridge, Cabeza (Naranja)
he regresado a casa
soy un Mar en aguas de nadie
i estos precipicios, estas fosas marinas
me reciben ferozmente con su olor a azucenas
recién cosechadas del jardín de las alegrías

la grulla aletea
se alza y toma vuelo
me abandona i ESTOI SOLO
SOLO 

s o l o

(hablando con mis Yo

Derrotero para una travesía interna es un libro complejo en sus ambiciones de primera muestra personal. En él, se han reunido con notorio esmero la vehemencia adolescente, los rasgos de una personalidad ética -en proceso, pero firme- y aquella musicalidad que cada poeta interpreta en su propio estudio de grabación, aquella en la que no solo podemos llamar maestros a nuestros poetas mayores, sino también a los músicos que acompañaron nuestro paso de la infancia a la adultez, y por supuesto, también a las influencias rítimicas más directas, como esas canciones que nos arrullaron en el hogar y las que interpretamos en experimentos pop con los amigos.

La travesía interna de un individuo se abre aquí para todo aquel que tenga oídos para escucharla. Este viaje, bien vale especificar, resulta ser más largo y significativo de lo que suelen ser muchos, ya que la corta edad del autor se desviste de juventud. Me animo a decir, luego de haber conectado con el carácter de la obra, que Derrotero para una travesía interna no se trata de un libro joven.

Al tope de mi garganta un nudo
(de los que te dejan sin habla pero delatan
las verdaderas intenciones de tu ser)
me hacía saber que no había escape
para los preciosos zafiros que brillaban en su órbita.

Le entregué
mi alma
rota

No había duda en que ella sabría unir mis trozos

Terravienta o las fuerzas naturales de Christian Rafael

TERRAVIENTA nos da la bienvenida con estos versos, parte de una primera subdivisión dedicada a la percepción del temprano   amor mat...