TERRAVIENTA
nos da la bienvenida con estos versos, parte de una primera subdivisión
dedicada a la percepción del temprano
amor maternal y la influencia de éste sobre las tentaciones adultas, el
dolor y el asombro amoroso:
Vi
Ahora
(Párpados
en línea alborada a flora descanso
todo es ahora).
Sin temor
ahora es seguro y
mañana no importa
...ahora eres tú y
mañana no importa
sobre fe y calma...
danzas
ahora
Si
bien HOJAS Y RAMAS, primera publicación de Christian Rafael, ya nos mostraba el
universo de un escritor dado a mirar dentro de sí mismo por encima de cualquier
otra consideración, TERRAVIENTA continúa con el enfoque haciendo uso de
herramientas antes desconocidas. Es el mismo soldado con una armadura mucho más
compleja, tanto en lo mecánico como en lo estético. Ahora, el lenguaje
simbólico y abundante en claves personales nos entrega un poemario igualmente
fresco, aunque más sólido.
El
primer libro suele nacer de la urgencia, mientras que el segundo llega
desprovisto de apuros, necesidades incontenibles y frutos que son deliciosos
dentro de su cáscara aún verde. (Ahora incluso la cáscara luce en su punto
exacto de cosecha). Es lo que hemos observado siempre, y hoy somos testigos de
cómo se repite la historia, una a la que nos encontramos condenados a repetir
por más que la hayamos analizado de forma exhaustiva.
Así,
el poemario nos va despidendo de su primera parte con versos como:
Lazos
de gelidés
obertura
placer de mortalidad
entregado
sobre la noche hondonada.
Tal vez
necesite fenecer para sentirte
al
penetrar en el esplendor de mi ser.
Al
perdurar tu esencia sinuosa
en cada
segundo de mi piel.
(La
noche del placer sin final)
Y
se van cortando de esta forma las declaraciones de amor y dolor, mientras que en
otros poemas, los juegos con que Christian Rafael mueve el lenguaje nos conducen
a una pausa en el espejo de los propios amores y recuerdos, que suelen
confundirse en nuestras memorias con el maquillaje que los años le otorgan para
amoldarlo todo a nuestro capricho: no vivimos lo que sucedió, sino únicamente
lo que sentimos.
Cabalística
onírica
aparta
tu piel de la miel de cincel.
Luces
como las luces
y me
desluces por donde cruces
los
arcabuces,
me
abduces en mi febril más débil.
Empapada
alada
revierte
mi cal en el abisal sin final.
Yaces
entre secuaces
y te
renaces en llantos fugaces
sin
disfraces por si te alcances
en tu
abril menos vil.
El
segundo volumen del poemario nos introduce en el universo del amor como forma
de renacer. Es sútil en sus palabras, mas no en las emociones que logra en
nosotros al materializar ambiciones poéticas como la siguiente:
Paso a
paso,
entre
lombardos, iremos callados,
fluctuantes en amebas
...
somos al delirio onírico.
Sacro
en mis manos,
mueves
y vives la mejor en DO
sostenido
mi mayor movimiento.
Quienes hemos recurrido en algún
momento de nuestras vidas a referentes tan diversos como Eguren, Vallejo y Neruda, reafirmamos aquí cuán universales son
los delirios poéticos. Atemporal, musical y siempre resistiéndose a mirarnos a
los ojos directamente, el poemario culmina entregándose a los campos de
endorfinas donde caemos los humanos al ser arrastrados por una sirena o acaso
por el hastío que el dolor emocional produce.
TERRAVIENTA pasa a ser, entonces, un
ejercicio de autoexploración para el autor, mientras lleva a los lectores a
reconocernos en él, a recordar vivencias únicas y a segregar los químicos
felices propios de un refugio. Como en toda forma de arte, sucede que a la
poesía acuden distintos tipos de persona y por una rica variedad de motivos.
Quienes viven en ininterrumpida búsqueda de alivio, convirtiendo cada imagen,
por más dolorosa que ésta pueda ser, en un fruto dulce de los deseos, hallarán
aquí un testimonio digno de atesorar.